Recientemente ha habido un cambio bastante brusco en nuestras vidas, y es que el Gobierno de España ha decidido reducir el límite de velocidad en ciudad de 50 a 30 km/h y todavía nos estamos adaptando, o al menos intentándolo, que remedio.

Ante este cambio tan importante, se nos vienen varias preguntas a la mente, que muy probablemente no van a ser respondidas o, de serlo, serán respuestas que sospechamos no son ciertas.

La primera es ¿por qué? La respuesta del Gobierno es porque los números de atropellos son muy altos y con esta medida se pretende reducirlos drásticamente e incluso alcanzar los 0 atropellos en nuestras calles. Suena bien, y suena lógico, pero hay que plantearse ciertas cosas.

Esta respuesta contradice claramente a la anterior reducción de velocidad de 100 a 90 km/h en las carreteras nacionales que se llevó a cabo aproximadamente hace un par de años. Os preguntaréis porque decimos que es una contradicción, y la explicación es sencilla. El cambio de 100 a 90 era para reducir la contaminación y emisiones de los vehículos de combustión interna. ¿Qué creéis que ocurre si en lugar de circular a 50 lo hacemos a 30 km/h? Pues que la contaminación y emisiones aumentan. Un motor convencional alcanza su régimen óptimo de trabajo por encima de 80-90 km/h (o incluso a mayor velocidad), por tanto, cuanto más lentos vamos a partir de ese régimen óptimo hacia abajo, la contaminación sube.

También va a ser peor para las mecánicas ya que los motores tienen que vencer la resistencia de estar parados y empezar a moverse. Mayores esfuerzos mecánicos, térmicos, electrónicos, etc. Consecuencia, mayores y más frecuentes averías. Algunos componentes de los vehículos como los filtros o válvulas van a necesitar de mayores ciudados. Al final, mayor desembolso por nuestra parte.

Luego está la parte de control que al final siempre recae en el mismo lugar, nuestras carteras. Para que sigamos las normas, está más que comprobado que lo que tienen que hacer las autoridades es multarnos, y eso es lo que hacen. Mayores restricciones significan mayores aportaciones a las arcas del Estado por nuestra parte.

Otra pregunta que tenemos, ¿hasta cuándo vamos a tener que cumplir esta nueva norma? Se supone que habrá algún estudio que indique que a menor velocidad en ciudad habrá menos atropellos, pero ¿será verdad? Habrá que comprobarlo, pero para hacer una prueba en condiciones habría que tomar datos con diferentes escenarios y entonces tomar una decisión al respecto una vez hecho un análisis exhaustivo.

Estaría bien ver cuántos atropellos hay a diferentes velocidades, por ejemplo, en una misma ciudad tener el límite durante un mes a 30, otro mes a 40, otro a 50. Según qué nos hagan ver los números, se debería plantear otra batería de pruebas, puede que a 50 tengamos el menor número de incidentes y habría que plantearse subir esta velocidad límite. O puede que hubiese números similares entre 30 y 40 km/h, entonces se debería elegir 40 por ser mejor para el medio ambiente y reducir el caos circulatorio. Se nos quedan cortas las pruebas que se han hecho, normal porque son ninguna. Sin probar las cosas, no sabemos si funcionan o no, pero bueno ya que se ha empezado por 30 km/h, proponemos que se hagan pruebas más completas y teniendo en cuenta todos los factores.

También parece que el único culpable de los atropellos es el conductor, ¿pero es así? ¿Creéis que nuestras carreteras/calles están en óptimas condiciones? ¿Y qué me decís de la señalización horizontal? Hay zonas que dejan bastante que desear ¿los peatones cruzamos siempre cuándo y dónde debemos? ¿Y nuestros vehículos actuales, están diseñados para impactar lo menos posible en el peatón/ciclista? Pues quizás se debería trabajar en sistemas que ayuden contra atropellos. Tecnología y conocimientos hoy en día hay de sobra. La normativa sobre ciclistas y la realidad en muchas ciudades también distan mucho entre sí. Creo que no hace falta seguir, pero es posible que no siempre el conductor sea el culpable.

Y la última pregunta que nos hacemos es, ¿cuál será la siguiente medida? Porque vamos hacia un camino en el que los vehículos a motor se extinguirán, ¿o quizás es eso lo que se busca? A reflexionar…

Adrián Osés, Locos del Motor


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