El bullying o acoso ha existido toda la vida, pero hoy en día parece que se está tomando muy en serio y se está trabajando para eliminarlo, o al menos reducirlo. No hay más que ver la televisión, redes sociales o radio, donde suele ser sencillo encontrar campañas en su contra.
Una de sus víctimas en el mundo de la automoción de hoy en día es el diésel, combustible estrella en muchos lugares y épocas, pero sin duda ni ahora ni en prácticamente ningún lugar actualmente.
Podemos decir que el diésel está sufriendo un bullying en toda regla hoy en día. Está claro que más en algunos lugares que en otros, pero es algo generalizado. Prácticamente todos los entes del mundo del automóvil, e incluso alguno que no es del mundo automotriz, están defenestrando a este tipo de solución de combustión interna de manera clara.
Nos referimos, entre otros, a las propias marcas de automóviles, ya que cada vez se pueden ver menos opciones de motorizaciones diésel en los mercados. Incluso algunas de ellas ya han dejado de fabricar motores diésel o han anunciado que van a hacerlo dentro de poco tiempo.
Los Gobiernos van descaradamente a “obligarnos” a dejar atrás nuestros vehículos de gasóleo para que compremos nuevos vehículos. Ya sean eléctricos, gasolina, híbridos, de gas licuado de petróleo, o de cualquier otra energía alternativa. El tema es que la economía se mueva y si haces bullying a un tipo de motorización, estás empujando a que los clientes cambien su vehículo y por tanto contribuyan a hacer girar la rueda económica de cada país. En realidad, es lo que ha estado pasando a lo largo de la historia en distintos territorios, se puja por cierto modelo energético para movilizar el cambio generalizado, e incluso a veces se vuelve a lo que antes era “tan nocivo”.
Claro ejemplo son los precios de los combustibles, donde en muchos países, incluido el nuestro, el precio del gasóleo supera al de la gasolina, o al menos lo iguala. La historia ha cambiado ya que en los últimos años la gasolina siempre ha sido considerablemente más cara. Este factor se compensaba en el pasado con un menor precio de vehículos gasolina, o no, dependiendo del uso del vehículo. Por tanto se podía calcular de manera sencilla si nos convenía comprar un diésel o un vehículo propulsado por gasolina en función del uso estimado del coche. Ahora el cálculo ya no es así y de todas las maneras renta más una compra de motorización de gasolina que una motorización diésel, sí o sí. A tener en cuenta también que los surtidores gruesos de diésel cada vez son menos en las estaciones de servicio.
Otro hándicap en contra del diésel es la gran evolución en términos de consumo de los motores gasolina. Hace unos años, a igualdad de prestaciones y condiciones comparativas, los vehículos gasolina consumían unos 2 o 3 litros más que los vehículos de gasóleo, pero hoy en día “ese gap” se ha estrechado hasta el punto de ser mínimo incluso nulo en algunos modelos y marcas.
El medio ambiente también está en su contra, ya que la creencia generalizada de la población es que los diésel contaminan más. Aunque en realidad no es así, ya que contaminan diferente, parece que este punto lleva a la mayoría de los potenciales clientes a desechar las soluciones diésel y apostar por otras.
Incluso si no tenemos claro el cambio a los vehículos eléctricos y apostamos por algo híbrido para reducir nuestra incertidumbre de hacia donde irá el futuro del automóvil, las soluciones existentes tiran de la combustión a gasolina para conseguir esa tan ansiada autonomía que los eléctricos de momento no garantizan.
Los argumentos de nuestra entrada de hoy son claros, el diésel está en peligro de extinción y debe sentirse muy maltratado a día de hoy, pero, no olvidéis que en otras épocas las tendencias automotrices también dieron grandes vuelcos, e incluso volvieron a apostar por soluciones que se habían desechado anteriormente. En conclusión, el gasóleo está en mala posición, pero no descartéis que vuelva a resurgir.
Adrián Osés, Locos del Motor